Desnúdame estas venas coaguladas
de dolor y dolor por un despecho.
Descúbreme este monte de calvario
y escúpeme a la cara si hace falta.
Llevo un pobre pañuelo que no esgrime palabras
para secar tanta tristeza.
Porto un parco glosario que no ofrece senderos
para llenar de aceite a la lucerna.
Nubes de ira rasgando las entrañas
a miles de niños que tiemblan
en el vergel oscuro de la pobreza.
Zapatos de infamia que danzan
en el erial tablado de la barbarie
ignoran que allá abajo,
en el mercado de abastos de las armas,
las manos se llenan de sangre,
pero también de leche,
de jugosa leche materna.
Las madres, madres son
en ambos lados de la frontera de Gaza.
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