Vamonos pa Cádiz
cariño mío, que la calle nos espera un año más, coloretes, revestíos, hace
frío, y el disfraz. Voy de estreno ¡qué detalle! con mi implante coclear.
Sobran motivos, que nadie calle, ¡partimos al Carnaval!
Carnaval en
Gades, la fiesta va a comenzar. Del sábado primero poco habré de contar. Unos
chavales con ritmo nos hicieron disfrutar. Joé qué frío, ¡cierra la puerta! esa
que llaman del Mar. Por plazas y portones un botellón con apellido legal. En
casa veremos el pregón, que es donde mejor se está.
Disfrazados paseamos,
dicen que yo de monseñor. Mi amada, en el papel de mi sobrina, mira ella qué
fina, toda belleza, donaire y primor. Gustavo Adolfo Bécquer en la centuria XIX
decía que mientras exista una mujer hermosa habrá poesía. Yo no lo niego, ni
así lo querría. Y el que lo haga o es un malaje o un mari…
Con mi hábito y
los límites de mi sordera, a veces oigo poco más que la caja y el bombo. No hay
problema, don Carnal a mi manera. Con ganas de disfrutar y mi cámara al hombro,
río, gozo haciéndole una foto a cualquiera. Y no hay problema, repito, me pongo
en la fila primera, y verás como el menda de todo se entera.
Cerquita de la
Catedral, por mirar a una hermosa doncella, ¡mira por dónde vas! piso y rompo
una vil botella.
Una chirigota de
donosas damiselas, apostadas en el portal de un negocio cualquiera, derrochan
elegancia, gracia y finura. Ataviadas están como para ir de opereta. Interpretan
a Puccini, Rossini, Verdi y La Traviata. Son niños los ojos, quién lo niega, y
la mente qué, la mente calenturienta, y entre palmas y risas se me aviva la
bragueta.
Y de la opereta,
por Palillero a Barrié, allí tropezamos con las azafatas de Rayamé, que nos
hicieron reír, cantar, bailar, y entre cuplé y cuplé, fíjate cómo será, hasta
le compramos el DVD.
El domingo sigue
adelante, el reloj no se detiene, sírvanle un moscatel. Nosotros si nos
detendremos, en el local de nuestro amigo el francés. Qué marea, qué aturrullo
de gente, ahora, eso sí, con muy buen ambiente. El vaso está que arde, y en mi
guante, ¡Marie, si vu plé! se me derrama el café.
Lunes festivo en
Cádiz y en Puerto Real. Regresemos a los dominios de don Carnal. Vamos dejando
atrás San Juan de Dios. En San Francisco sopla el bóreo por estribor. No me
haces caso ¡cierra la puerta por favor! Tengo las manos helaítas mi amor. Pues
ni te cuento lo que tengo yo. Por allá sopla algo bueno, cuánto público, qué
rumor. Aligera, recortemos por Rosario Cepeda. ¡Qué regusto, la banda del
Guatifó! Que nadie se mueva, aquí el menda se queda. Una foto colmaíta de
recuerdos, sonrisa, emoción. Tantos años de fidelidad hacia esta agrupación. Un
paréntesis de silencio por mi escasa audición. Hoy regreso emocionado, para
cantar con ellos un estribillo pegadizo y vacilón. ¡Gloria a Hércules por
Cortadura, y en la calle Don Carnal, sí señor!
Por San Lorenzo
una parada, aunque no para rezar. Una monja que tiene de guasa una jartá y un
romancero que dice ser mayordomo de su infalible santidad.
Y entre cuplés y
pitos la Plaza del Oratorio. Por allá encontramos a Carmen y a mi primo
Antonio. Periodista se torna y nos narra el noticiario. Lo que cuenta no lo
creo, por tutatis y Juan Tenorio. ¡Corta ya, no me líes, cambia de repertorio!
El Papa ha dimitido, si no lo crees pues mira el telediario.
Carnaval en Cádiz,
mascarada en Roma. Quinientos años hace que un Papa no abandona. Una pléyade de
cardenales, una legión de pederastas. Los ángeles claman, el Vaticano se
desmorona, y Don Carnal en sus aposentos se ríe porque no es broma.
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