De una mañana cualquiera
Una ventana entreabierta,
Hospital Macarena,
una cita cualquiera, una mañana
cualquiera,
ruego ¿me repite? para aliviar mi
sordera,
otra vez ¡qué pesado! ¡Cállese!
no se entera.
Una amplia sala, toda ella
repleta,
un niño llora, una señora que se molesta,
emprende un desfile, una
cabalgata,
de regalo una sonrisa, y el niño
se contenta.
La tos, pesada, seca, que no
cesa,
un pavor, angustioso, que no
cesa,
el niño, su desfile, marcha, llora,
no cesa,
la enfermera regresa, con otra
sonrisa,
y el temor, y el llanto, y la
angustia, cesa.
Un pasado, no olvidado,
de una mañana cualquiera,
joven doctor, admirado,
con él regreso, animado,
para olvidar mi sordera.
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