Y Miguel me
llevó con su voz por el río de las dulces melodías. Y con el timón acompasado
de su canción hizo de esta mañana un gran día. Santa Lucía es la canción y del
océano navegable de Internet surgió, para circunnavegar por los laberintos de
mi nuevo oído cuyo nombre viene a ser implante coclear. Y así fue abordando
distorsiones y ecos hasta llegar, cual bella sirena que de los confines de
Neptuno emergió, para despertar a una fiera dormida tiempo atrás, una cóclea
apagada y sin ganas de caminar. Y así llegó y abordó y alegró esta cóclea de
carácter artificial que mi vida de ilusión quiere colmar. Y digo yo que siendo
así la he de dejar pasar. Que pase y goce y posea y cual mascarón de proa
indique el camino que firme y seguro habré de tomar.
Lucía, patrona
de los invidentes, la que portas la luz, quieras iluminar el camino de este humilde
tripulante, haga levante o poniente, por babor o estribor, siempre adelante,
siempre.
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