Y Sevilla me
recibió con un tenue visillo blanco que vino a mitigar la calor. Seductora y
acogedora como siempre, señora, urbe, galana. Y cogiditos de la mano al
hospital fuimos llegando para recibir, alentados, la activación. Atrás quedaron
nuestros amigos Loli y Fernando, que nos recibieron, una vez más, con inmenso
cariño y hospitalidad. Más tarde nos volveríamos a ver, para pasear y yantar,
activado, por las calles de Sevilla, instruyéndonos con la generosa sabiduría y
buen hacer de nuestro cicerone particular; Fernando. ¡GRACIAS AMIGOS!
Y la activación
llegó, con la simpatía y afecto de Vicente, ingeniero clínico de MED EL con el
que aprendimos, disfrutamos, reímos y que llenó la sala donde nos encontrábamos
de ilusión y color. ¡GRACIAS AMIGO!
Y la activación
llegó, pero antes apareció Mellie, la mascota de MED EL, una graciosa
elefantita que vino a ceñir mi corazón de emoción, acompañada de tiernos besos
en forma de palabras repletas con los mejores deseos. ¡GRACIAS MARÍA JOSÉ!
Y la activación
llegó, en forma de sonidos graduados que buscaban arañar los límites de mi irritación.
Y los sonidos llegaron como en un ¡toc-toc! a mi oído zurdo y él les abrió la
puerta, cual bello durmiente, deseando recibir visitas después de tantos meses
y años de desolación. Y yo no me asusté ni me puse pálido, porque llegaba
aleccionado por los sabios consejos de mi amigo y maestro. ¡GRACIAS CHEMA!
Y la activación
llegó, y con ella, cual si estuviera en una caverna recóndita, profunda, el
aliento del viento, que se empeñaba en reptar y penetrar las enredaderas
tupidas de mi cóclea dormida. Y llegó el motor de mi coche y el cuchicheo del
agua nutriendo las fuentes de Hispalis. Y llegaron y fueron llegando sonidos,
murmullos y ecos reverberados a mi oído yerto, entre ellos la palabra, que
busco y aún no encuentro, pero todo llegará, como llega el Guadalquivir a la
mar. Y yo me desembocaré, con la palabra y mi implante, y a susurros te
llamaré. TE QUIERO AMOR MÍO, compañera, amiga y esposa. TE QUIERO. Y tú, a su vez,
a susurros me llamarás y con mi oído renacido yo te escucharé.
Y yo quisiera
navegar por las almenas de las murallas de Isbiliya, de salto en salto, de
corriente en corriente, atravesando plazas, jardines y fuentes, y así llegar al
Hospital donde comenzó la senda que el martes diecinueve de junio eché a andar.
Y para caminar por esta senda de paciencia, contemplación y esfuerzo llevaré
los colores de mi tierra. De blanco y verde me vestiré. Blanca, nítida, será tu
voz, será la palabra. Verde la esperanza que me hizo llegar hasta aquí para ya
nunca más atrás volver.
Dedicado
con todo el inmenso amor y gratitud que quepa concebir para mi compañera, amiga
y esposa, Pilar, y para mi queridísimo hijo Alejandro.
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