martes, 20 de marzo de 2012

De asedios y fábulas

Desde la silla de un chiringo cerrado contemplo, entre la indiferencia y el letargo, un galeón simulado. Colas kilométricas de ciudadanos para acceder al barco. Unos toman fotos. Una niña llora, con un berrinche apagado. El niño que observa, con mirar extasiado. Y tras de ellos y el barco un muelle desolado.
Bucles de argenta marina. Está teñida la mar de azul intenso y nácar. Besa las recias caderas de un bello bajel embajada. Emisario de La Pepa, de mi tierra y sus hazañas. Y sobre el mástil ondea una bandera agitada. Bandera de mi tierra, como el iris y la sal, como la paz y la esperanza. La sal se seca en tu cara, ciudad bombonera de plata. La esperanza no la pierdas, de verdad te hace falta. La paz que reine por siempre, en tus gentes, en tus entrañas. Y el iris déjamelo verde, que es color que me agrada.
Cuatro días para ilusiones vagas. Bares y cafeterías rebosando. El personal de la hostelería protestando. El capital circulando. Y después ¿qué?
Viene el aire del norte con navajas afiladas. Presidentes, ministros, la curia y los monarcas. Y la ciudad asediada por gentes de mirada extraña. La calle que conduce a mi cuna está bloqueada por vallas y yo me pregunto ¿quién sois vos para decir que por allí no vaya?
Que traigan en sus guadañas algo más que discursos y fábulas. Te cambio medallas y placas por un manojillo de fábricas, comercios y nuevos aires para una juventud que se marcha.
¡Qué Viva La Pepa! ¡Qué viva! Pero que puedan vivir en su tierra, felices, con esperanza, la gente que ahora nazca.
Cádiz se hunde paisana, no te dejes embaucar por cohetes y romanzas. Pocos, casi nadie, saben, más allá de Cortadura, lo que aquí pasa. Los monarcas marcharán, que vuelvan al cuento de hadas, tienen, además, al yerno en lontananza. Los políticos, a sus cosas, aún quedan reformas para continuar arañándote la esperanza. Y la curia, como siempre, arrimada al poder, con augustas alabanzas.
Y ahora qué, bella durmiente, la hiedra te atenaza y no te deja ver que hay más mundo y más gracia más allá de tus murallas. 

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