martes, 31 de enero de 2012

Tómame el pulso

Soñé que era gaviota buscando la mar por Sanlúcar, pero antes fui golondrina furtiva en el ajimez de tus alquerías.
Soñé que era viento suave por los acantilados de Gades, pero antes fui chorrito de agua en la Alameda de Hércules. Y soñando y volando y soplando me fui enamorando, Sevilla, de tus atardeceres.
Hoy, ya ves, ciudad amante, aquí me tienes otra vez, para gozarte, para pasearte, y para que incluso me saques la sangre. Sangre de mis venas para tu río, para que mansamente desemboque en la fuente primera del poeta amado, Don Antonio Machado.
Tómame el pulso y verás que mi órgano palpitante te está suplicando, con deseo anhelante, que me devuelvas lo que el destino me robó, tan despiadadamente.
Mientras tanto dame soplos de esperanza, en tus esquinas, en tus callejones de Agua y Vida, en la sonrisa del que me brinda un plato de comida, con un traguito de cerveza o un buen tazón de chocolate.
Conoces casi todo de mí, incluso mis interioridades, a las que accediste en una mañana fría, muy fría, pero llena de miradas reconfortantes.
¿Qué más te puedo decir? Te diré más, que duda cabe. Pero déjame que hoy recuerde lo que comenzó en llanto y terminó en alegría. 

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