lunes, 12 de septiembre de 2011

Viaductos solidarios

Viaductos del Cantábrico, despertaron en mí sudores y pánicos. Me robaron sueños y temores desvelados. Creí volar y descender en picado, sin encontrar colchón donde amparar mi golpe primario. Primero las nubes, después los arroyos, más tarde los túneles, al final los montes cántabros. Todas y todos agitaron mis vértigos.

Asturias, patria y refugio del verde ibérico, de sempiternos nublados. No tengo nada contra vosotros, pero tampoco quiero nada de vosotros astures precipicios. Como un pellizco, como una tenaza hundida, retorcida en mi cuello, en mi espalda rígida, severa, así se clavaron tus carreteras celestiales en mi trapecio, en mi omóplato, en mi deltoides.  

Se vierten sobre la estival meseta los bravos ríos cántabros, que aquí quedaran sedientos y angostos, esperando a que lleguen otoños lluviosos.

Déjame que te vista al sol, muchacha hermosa de áureos cabellos. Tersas tus piernas, recias tus nalgas, joven y vieja, de suaves contornos. Estiras tus brazos, dorada doncella, desperezándote sobre el ibérico embozo. Enjúgame con tus ováricos jugos Eresma esbelta de aguas heladas. Vengo a que me empapes con tus historias, experimentada infanta de acueductos milenarios ¿Cuántos hombres te poseyeron, cuántos te maltrataron? No pocos bellas joyas te regalaron. Despierta bella manceba, que el nuevo milenio es egoísta, es codicioso, y cuál no, habríamos de preguntarnos.

Están tomadas tus castellanas calles y plazas por cientos, por miles de peregrinos ansiosos, que esperan la llegada del papa católico, procedente de su retiro de reposo hacia la capital del Estado. Perdona que te diga, pero me parece espectáculo bochornoso. Me cansan, me hastían, sus risas infantiles, sus cantos pueriles, sus rezos banales, sus corrillos impúberes y babosos. Mientras cantan, Somalia, África agoniza, reseca, hambrienta, olvidada por todos. No mandéis limosnas, ni rezos, ni hueras promesas de salvación eterna. Que esa tierra está enferma. Pedid para ellos, construid hospitales, carreteras, casas, fábricas, que para el pueblo sean, que para el pueblo vayan libres de sacramentos y comuniones. Y dejad a un lado tanta farsa, tantas cuentas bancarias de ayuda humanitaria, que Madrid no requiere de ayuda alimentaria, que Madrid, España está sedienta de estirpe solidaria, emprendedora, libertaria, que salga a la calle a gritar a obispos, políticos y banqueros que esta tierra está harta de tanta falsaria.

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