viernes, 9 de septiembre de 2011

Maligna condena

Hospital Macarena de la capital hispalense. Un llanto desconsolado. Una niña que llora buscando protección, un abrazo, en los brazos de cualquiera.

Estás criaturita, en la infancia primera, ya colmadita de tristezas, ya surcadita por cables, ya golpeada por la vida. ¿Qué crimen has cometido, cariño, para sufrir tal condena? Tus tiernos oídos no quieren que escuches el mundo que te rodea.

Mi corazón se acongoja, inundada tengo el alma en pena, sólo de verte, sólo de oírte. ¿Cómo será vivir con esta condena? En la cara de tu madre leo cada estrofa, cada poema. No es justo nacer ¿por qué? para sufrir de esta manera.

Amarillo radiante, el color de tu vestido, cuajadito todo él de florecillas frescas. Que el brillo del sol ilumine tu rostro, regalándote, niña, un millón de sonrisas.

Quieran los médicos, y su ciencia certera, librarte de esta condena, y si no pudiste disfrutar de tu infancia primera, al menos que te sonría en la tercera y a partir de ahora, y para siempre, la Vida entera.

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