viernes, 23 de septiembre de 2011

Paseos por Segovia

Poeta amigo, me felicitaste mi cumpleaños mostrándome tus intimidades segovianas. Un fogón con sabor a Castilla, una cama, una mesa-camilla, una silla, una patrona que cuida con afecto y tesón a cada uno de sus huéspedes, pero que siente por ti, no lo niegues, una cierta predilección. Unas escaleras carcomidas por el tiempo, desgastadas por los pasos de la ilusión de tanta gente que, como nosotros, vienen a conocerte pues sienten por ti una mimada pasión. Un corredor, un ventanal y un balcón, una botella de anís para animar la conversación, un retrato de familia, una carta de despedida que enciende entre no pocos la más encendida emoción. Me tengo que marchar, no tomaré más fotos, ahí te dejo para que descanses, en tu jergón y en tu fría habitación. Allá residirán por siempre tus pensamientos y tu callado dolor.

Como habrás comprobado paisano vengo siguiendo tus pasos; Pedraza, La Velilla, Collado Hermoso, Sotosalbos…

Un castillo semi-derruido, cerrado hoy museo privado. Arquitectura, artesonado, piedra, un tejado y unas ventanas floridas que me recuerdan a Certaldo.

¿Dónde encontrar la esencia en estos tiempos de transitar vertiginoso? ¿Dónde hallarla? Dímelo paisano, si me topo con tiendas, comercios, bares…, en estos parajes serranos, que bien podrían situarse en lugares densamente habitados.

Campanarios nidificados, balcones y pórticos adornados de geranios, nomenclaturas añejas, soportales soportados por capiteles romanos, en ellos hallaré la esencia en estos parajes apartados.

Una iglesia, un santo con un cuchillo en la mano, con un gesto, indudable, de noble y caritativo cristiano.

Un campo dorado, un grano, una brizna movida por el viento, que gime, que sopla. Un cielo de estrellas, un astro, la luna, que brilla y nos guía. Un camino franco, sin apenas coches, plagado de historias. Una tierra sabia, mesurada y atenta, Castilla la Vieja.

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