martes, 5 de julio de 2011

Sobre el suelo un poema

Dice la copla; caminante no hay camino. Piñones de rabia cayendo sobre la pinaza. En la loma una lona, vertida sobre el suelo. Y sobre el suelo un poema, de Gabriel Celaya. Leen los muchachos, leen los poemas, mientras por el horizonte se asoma un baile de hadas. Negra espesura enfrentada a la albura. Arañando el paisaje, un gavilán observa desde la altura. En el centro el campamento, todo él boquiabierto. No comprende, no entiende, lo que está aconteciendo. Silba el viento por la cima y por entre los riscos y troncos se viene acercando. Bufa y bufa tan gélido que corta el aliento. Por los ramajes del bosque van los animales huyendo y escondiendo. Una culebra de metálico color, atrapa y devora a un indefenso roedor. Y por el occidente pétreo una tropa de mercenarios está apareciendo. Llevan sus rostros cubiertos y sus uniformes sedientos. No hablan, no cantan, parecieran estar muertos. Pero están vivos y bien adiestrados, nuevas órdenes vienen cumpliendo. Han de sofocar la rebelión del pueblo, que está resurgiendo.

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