miércoles, 20 de julio de 2011

Fantasías animadas de ayer y hoy

Alondra de níveo plumaje,

reposa sobre el pedestal.

En el ágora la multitud

que se agita, anhelando

el comienzo del ritual.


La tarde se desliza, dócil,

por el frontis del templo,

y por el Betis arriban

los barcos cargados de sal.


El aire, todo, se colma

de aromas; olor de marisma,

los efluvios del incienso,

y los pétalos de rosas,

a los pies del Soporte Vestal.


Los brazos nebulosos del sol

acarician las lumbreras

del sacrosanto recinto.

Su abrazo abrasador

templa los fríos mármoles,

deslumbrando con alboreo fulgor

sentidos y corazones.

Avivando con ardiente fervor

a las vírgenes vestales.


Por el decumano ya se acerca

la sagrada comitiva.

Principian el cortejo

enlutadas plañideras,

haciendo sonar sus sonajas.  


Unas gráciles impúberes

alfombran la calzada

con lechugas, hinojos

y pétalos de flores.


De la Turdetania, de Gades,

 de la Bética, todos sus rincones,

han llegado, por docenas,

sacerdotisas y sacerdotes.


Transportan la parihuela,

al compás de trenos y plegarias,

unas mujeres descalzas.

El gentío se arrodilla

ante Nuestro Señor Adonis,

tributo le rinden

las muchachas de Hispalis.


Se emborracha el ambiente,

pegajoso, turbio,

en una ensalada de olores;

suspiros, llantos, vagidos,

incienso, calor, sudores,

vapores sacramentales.


Toma el vuelo en la plaza

un loco enjambre de aves.

¡vaya golpe me he dado!

¡Qué peste! Una paloma

mi camisa ha decorado. 


Iglesia de El Salvador.

Sevilla, primavera, Abril.

¡Por Céfiro, mi señor!

Responde, ¿dónde se halla

mi volátil mente febril?


¡Acabaré extraviado!

¡Horror! ¡No puede ser!

¡Con la Cuaresma sevillana,

cuánta gente, me he topado! 

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