viernes, 10 de junio de 2011

Ríete cavador

Moguer, tarde primaveral. Cementerio parroquial. Un sepulturero de lengua zafia infama al poeta universal. Juan Ramón Jiménez y su burrito Platero agraviados en las entrañas del pueblo que ellos dieron a conocer para toda la humanidad. Sus palabras, como cuchillos, me atraviesan el alma y consiguen mis nervios soliviantar.  He leído no poco sobre el insigne bardo y es calumnia todo lo que escucho. Se te llena la boca de espumarajos corrosivos, es tu discurso sucio y pecaminoso. Ríete, cavador, pueblo ignorante, humillas, blasfemas, envidias todo aquello que parece y es diferente. Ríe, llámale, llámame, loco, ambos sabemos que es mentira, pero te quieres hacer el gracioso. Como ave de rapiña te lanzas, ávido, sobre tu presa. ¡Cállate! Alimenta primero tu cabeza y deja vivir, y morir en paz, a los demás. Comprendo, al verte, la razón de que se perpetraran en el pasado, que es presente, tantos acontecimientos luctuosos. Es fácil manipularte, es maleable tu mente calenturienta, impelida por la envidia y la codicia, siempre dispuesta al ataque contra todo aquél que de otra manera piensa. Desde el púlpito os escupen las arengas; judíos avaros, moriscos levantiscos…, y allá vais; enloquecidos, sediciosos. Piensa y entenderás cuán equivocado estás, mas creo que te estoy pidiendo un imposible difícil de alcanzar. Tú verdad y la verdad no son la misma verdad. Hay una verdad que pretende imponerse sobre todas las demás. Y en este país, desde hace años, por cientos, sólo vale la verdad de la ignorancia, la injuria y la ruindad. Despierta pueblo despierta, no te dejes manipular, no te dediques sólo a laborar. Abraza con afecto y denuedo el saber, la cultura, que te haga discernir, debatir, pensar.

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