Asomada al otero, duermes Vejer.
Miras la campiña, sueñas con la mar.
Vestidita de blanco, recién estás.
Lozana noble, novia hermosa, aguarda,
paciente, la luna de plata besa
al castillo, al que un jinete llegará,
para que a solas marches con él mujer.
La anciana que mira, desde el altillo.
Sus ojos suspiran, de pena ahítos.
Su celo huido, lágrimas han de verter.
No te marches mi niña, vida, mi sol.
No llore madre, a Chefchaouen, a mi hermana,
con mi galán amado, yo voy a conocer.
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