domingo, 15 de noviembre de 2009

CELDA 211. INVITACIÓN AL DEBATE.



CELDA 211

Impresionante película que nos descubre y nos invita a reflexionar, con la mayor crudeza, sobre el mundo de las cárceles en España. Crítica directa, sin contemplaciones, a las sucias artimañas del poder, de la burocracia gubernamental, donde lo que menos importa son las personas y priman, por encima de todo, los intereses políticos; sea como sea hay que preservar a los tres etarras, lo demás poco o nada vale. Es estupenda la escena cuando en la televisión de un bar están dando la noticia del motín y el periodista informa sobre las declaraciones de la portavoz del gobierno vasco, es un golpe directo a la mandíbula del poder.

¡Pero son tantas las escenas magistrales de esta película! El comienzo de la misma no puede ser más escalofriante, tienes que apartar la mirada o apretar los puños para soportarlo, pero al mismo tiempo es genial, porque más adelante los reclusos hablaran de esto para referirse a las condiciones sanitarias de la prisión. Otra invitación al debate.

La interpretación de Luis Tosar (Malamadre) es para quitarse el sombrero. Es admirable la transformación de su voz, un papel muy trabajado merecedor de muchos y buenos premios. Muy destacable también el trabajo de Alberto Ammann (Juan Oliver), nueva promesa del cine español, esperemos que le ofrezcan buenos papeles. Su interpretación no es nada fácil y va creciendo a medida que transcurren las escenas, hasta convertirse en el centro de todas las miradas. Estupenda también la actuación de Antonio Resines (Utrilla) un peso pesado que no defrauda, tanto que te acuerdas de la madre que lo parió en más de una ocasión. Soberbia asimismo la interpretación de Carlos Bardem (Apache) un tipo despiadado, ambicioso y marrullero capaz de todo por salvar su pellejo. Y aunque su aportación no es esencial para el desarrollo de la cinta, también es destacable la actuación de la guapísima Marta Etura (mujer de Juan Oliver).

Son varias las cuestiones a reflexionar, esta película es de las que invitan al debate, más o menos acalorado, en la que se difuminan las ideas preconcebidas sobre los “malos” y los “buenos”.

Confieso que probablemente no habría ido a ver esta película, pero una buena amiga me animó a que no me la perdiera y no sabe cómo se lo agradezco. Ahora pienso que la tengo que volver a ver para saborear hasta el último detalle.

Siguiendo por este sendero el cine español tiene un futuro prometedor. No digo más, invito a los que no la hayan visto a que pasen por taquilla.

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