miércoles, 18 de febrero de 2009

ROMA IN NATALE 2008


Viernes 26 de diciembre. I parte.

La mañana de nuestro tercer día en Roma se despertó lluviosa y así permaneció hasta poco después del mediodía, con lo cual nuestro camino a través del Lungotevere Anguilara Alberteschi y Ponte Palatino, hasta llegar a la Piazza Bocca della Veritá, lo tuvimos que hacer bajo la lluvia. Nuestro primer refugio, ante las inclemencias meteorológicas, fue la Iglesia de Santa María in Cosmedin, hermoso lugar para cobijarse.
La Iglesia de Santa María in Cosmedin fue fundada en el siglo VI sobre los restos de un edificio de finales del siglo I d.C. Es más que probable que el edificio en cuestión fuera una capilla vinculada al culto de Hércules, ya que frente a la iglesia se encuentra el bello templo circular de Hércules Vencedor. Dentro de la iglesia aún se pueden observar columnas y otros restos de su uso original. Ampliada la iglesia en el siglo VIII por el papa Adriano I, fue concedida a la comunidad griega que residía cerca del Tíber, en un barrio llamado Ripa Graeca. A partir de entonces se la llamó iglesia de Santa María in Cosmedin, por el nombre de un barrio de Constantinopla. Bajo el pórtico se conserva el celebre mascarón que representa al dios Océano, la famosísima bocca della veritá, la cual, según la leyenda, mordería la mano de todo mentiroso que allí la introdujera, yo, por si acaso, no metí la manita.
Frente a la iglesia, en la coqueta piazza de la boca de la verdad, se encuentran los templos de Portuno y de Hércules Vencedor. Al sur del antiguo Foro Holitorium se encontraba el Portus Tiberinus, vecino al mismo se levantó el templo rectangular erigido a Portuno, dios de los puertos. Parece ser que su fundación se remonta al siglo V o al III a.C., si bien sufrió varias restauraciones. Más cercano al Tíber se encuentra el bello templo circular erigido en honor a Hércules Vencedor, del cual se dice que es el edificio de mármol más antiguo conservado en Roma. Y de allí, como la lluvia comenzaba a menguar, nos encaminamos hacia la Via del Foro Romano, no sin antes disfrutar del Arco de Jano y de la bella iglesia de San Giorgio in Velabro. Tal vez resulte un tanto repetitivo en el adjetivo que utilizo para describir las iglesias, pero es difícil recurrir a otro ya que, por suerte, no nos topamos con alguna que no mereciera dicho calificativo.
El Arco de Jano se levanta muy cercano al arco de los cambistas y fue construido al parecer por Constancio II en el siglo IV. Al salvar una importante vía de paso se le dio el nombre de una de las más antiguas divinidades romanas, el dios Jano de las dos caras, guardián de las puertas.
La preciosa iglesia de San Giorgio in Velabro fue construida en el siglo VII en un barrio marcado por una importante presencia bizantina. Restaurada en varias ocasiones a lo largo de los siglos, la iglesia recuperó su aspecto medieval original tras la última reforma de la que fue objeto al derrumbarse buena parte de su estructura en el primer tercio del siglo XX.
Nuestros pasos nos llevaron, como teníamos previsto, hacia la Vía del Foro Romano, desde donde se contemplan vistas espectaculares de los Foros y del Coliseo. Por este bellísimo paseo se llega en poco más de media hora a otro de esos lugares imperdibles de la Città Eterna; el Campidoglio y su Plaza del Capitolio, situada sobre la colina del mismo nombre.
La Piazza del Capitolio es la primera plaza moderna de Roma, ideada como una gran terraza que se abre sobre la ciudad. Cuentan las crónicas que el papa Pablo III, con motivo de la visita del emperador Carlos V a la ciudad, y para impresionar al mismo, como no podía ser de otra manera, encargó a Miguel Ángel que creara un conjunto monumental digno de la capital del papado, faltaba más. Miguel Ángel hizo el boceto original pero no la pudo ver concluida. De 1564 (año de la muerte del genial artista) a 1654, las obras fueron continuadas por Giacomo della Porta, Martino Longhi el Viejo y Girolamo Rinaldi, que modificaron los proyectos iniciales. Como núcleo central del bellísimo conjunto monumental se encuentra la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio, si bien la estatua que podemos ver en la plaza no es la original, la misma se encuentra en una de las salas de los Museos Capitolinos, especialmente diseñada para albergarla. Ellos, los Museos Capitolinos, nos sirvieron de cobijo, si bien teníamos muy claro que íbamos a visitarlos, al hacer acto de presencia, una vez más, la lluvia.
Los Museos Capitolinos (Museo Capitolino propiamente dicho y el Palazzo dei Conservatori) están considerados como los más antiguos de Europa. Sus salas albergan ricas colecciones de antigüedades y algunas de las obras más importantes de la pintura europea de los siglos XVI y XVII. Para los amantes del arte y la escultura romana la visita a estos museos es absolutamente recomendable. Además la entrada a los mismos no es excesivamente cara. Si no recuerdo mal creo que fueron siete u ocho euros por persona. En nuestro caso ha sido el museo al que más tiempo le hemos dedicado y con el que más hemos gozado. En cuanto a esculturas de la antigua Roma se refiere, conserva auténticas maravillas; el Espinario, la Loba Capitolina, el Galo moribundo, el busto de Cómodo, la Venus del Capitolio, entre otros prodigios del arte universal. Algo menos conocidas, gozosas manifestaciones de esas que no suelen aparecer en los libros de historia del arte, recuerdo tres esculturas que me impresionaron por su realismo y expresividad, representan a tres ancianos, dos mujeres y un hombre, él ebrio y una de ellas también, que merecieron toda nuestra atención por unos instantes. Os dejo colgada una de ellas.

Termino aquí el relato de la primera parte de nuestro tercer día en Roma, no sin antes agradeceros, una vez más, vuestra atención y vuestros comentarios. Ya sabéis dónde podéis encontrar más cositas:

http://rafaelarauz.blogspot.com/

Ci vediamo!

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