martes, 10 de febrero de 2009

ROMA IN NATALE 2008


Jueves 25 de diciembre

2º día en Roma, II parte.

Tras dejar atrás el Estado Vaticano nuestros pasos nos llevaron, transitando por la Via della Conciliazione y Lungotevere Vaticano, hasta el Ponte S. Angelo, desde donde se disfruta de una hermosa panorámica de la capital italiana. Ante nosotros las poderosas aguas del Tevere y el Vaticano al fondo, a la izquierda la vieja Roma, esperándonos con los brazos abiertos, y a la derecha la sobria fachada del Castel Sant’Angelo. Esta estratégica situación en la que nos encontrábamos invitaba a sosegar la marcha y disfrutar relajadamente del regalo que la Vida nos estaba brindando.
El Puente Sant’Angelo fue durante mucho tiempo el único viaducto al norte del puente Sisto. Cuentan las crónicas, que mucho entienden de esto, quieran los estudiantes de Historia que no estén tan manipuladas como los medios de (in) comunicación de hoy en día, que el dicho Puente del ángel se construyó en el siglo II en la perspectiva del mausoleo de Adriano, para que el mismo estuviera comunicado. Lugar de paso privilegiado de todas las procesiones hacia la Basílica de San Pedro, estaba precedido por dos capillas que sirvieron de puesto de tiro a los arcabuceros durante el asedio al castillo en 1527, durante el Saco de Roma.
Quiso el papa Clemente IX, allá por el año 1667, añadir al puente diez estatuas de ángeles realizadas por los discípulos de Bernini sobre dibujos del maestro.
Acerca del Castel Sant’Angelo habría que decir que tuvo una vida muy azarosa; tumba dinástica en su origen, fue fortificado, convirtiéndose después en vivienda nobiliaria y por último en residencia papal. Mientras tanto sirvió de cuartel, de prisión… y de museo.
Gozosos y reposados tras la estancia en el Ponte Sant’Angelo nos decidimos a regresar hacia las viejas calles del centro, que nos invitaba a adentrarnos en él a través de la Via Zanardelli. En la confluencia con la Via dei Soldati se encuentra una casita que es una delicia, pero la pobre mía se encuentra abandonada a su suerte y es una pena que así sea. Moradas como esa, en cualquier otra ciudad sin tantísima riqueza arquitectónica como Roma, estaría entre los lugares más destacados para visitar. Yo también me hice la pregunta que a menudo veía en pasquines por distintas calles de Roma; “Alemanno qui lo ha visto?”, Alemanno es el actual alcalde de Roma, y el pasquín se pregunta a modo de broma y protesta quién ha visto al alcalde, en fin.
Todas estas calles, hasta llegar a la Piazza del Parlamento, están repletas de hermosas plazas e iglesias, donde el barroco es soberano irrefutable; Sant Apollinare, Piazza di Torsang, Via dei Portoghesi, Piazza di Campo Marzio, joyas del arte universal. Y finalmente la Piazza del Parlamento y Piazza Colonna, donde se encuentra la Columna de Marco Aurelio, la cual, dicen los entendidos y medidores oficiales, que tiene unos 30 metros de altura, centímetro arriba centímetro abajo, realizada tras la muerte del emperador filósofo, entre el 180 y el 196, para conmemorar sus victorias, faltaba plus. No he visto todavía un monumento erigido para recordar las derrotas de ningún militar, cuándo llegará el día en que se alcen monumentos tales para poetas, escritores, médicos o científicos. Para la ocasión, y volviendo a la columna conmemorativa que citábamos, se erigió para la gloria del emperador en su victoria sobre los germanos y los sármatas. Probablemente el emperador estaba cómodamente sentado en su austera tienda de campaña, disfrutando al ver como sus legionarios dejaban la vida por él, y su jodida gloria, en el campo de batalla. Sea como fuere, y si bien yo ese día no lo aprecié bien porque ya era noche cerrada, a pesar de ser tan sólo las cinco de la tarde, habría que dejarlo para otra ocasión, el expresionismo de los rostros es absolutamente notable: los de los bárbaros aterrorizados o suplicantes, los de los soldados e incluso el del emperador filósofo, esculpido sobre todo de frente, sin duda para resaltar su majestad, faltaba más. Ojito, la fontana, a la derecha de la graciosa columna, es obra de Giacomo della Porta. Fotito simpaticona, recorrido visual por Via del Corso y la Galeria Alberto Sordi y vuelta atrás, para tomarnos un cafecito, le habíamos echado el ojo a una cafetería que merecía mucho la pena gozarla con más detenimiento, andiamo!
La Cafeteria-Gelateria en cuestión se llama Giolitti y se encuentra en la Via Uffici del Vicario, a dos pasitos del Parlamento, lugar encantador como pocos en nuestras vacaciones romanas, donde tomar un tentempié se convierte en un placer para los sentidos. Yo recomiendo, a mí al menos me encantó y repetí en las sucesivas visitas, el dolce di ricotta o pastel de requesón, ¡uy omaíta qué rico estaba eso!, pero también son altamente recomendables los gelati, y no te olvides de pedir que te pongan panna (nata). Pili se pidió uno, a pesar de estar en el exterior a poco más de cuatro grados, y estaba para hacerle carantoñas y toíto lo que hiciera falta. Bueno, ya está bien, que se me está cayendo la babita, pero me tengo que ir a la camita, que son las tres menos cuarto de la mañana, ojú omaíta.
Grazie Iñaki caro amico por tu comentario, es un placer para mí escribir estas líneas y que sean de vuestro agrado. Lo uno y lo otro me hacen muy feliz; escribirlas y que os agraden, grazie tante por vuestra paciencia y cariño.
Ya sabéis que podéis ver más cositas en la siguiente dirección, vamos en el blog: http://rafaelarauz.blogspot.com/Ci vediamo!

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