miércoles, 4 de febrero de 2009

ROMA IN NATALE 2008


Jueves 25 de diciembre


2º día en Roma, 1ª parte


Con ilusión desbordante y las fuerzas recobradas tras un placido y reconstituyente sueño, comenzamos il secondo giorno di le nostre vacanze romane.
Yo, como suele ser habitual, me levanté un poco más temprano, lo cual tiene sus ventajas; eres el primero en ducharte y lo haces con tranquilidad, sin que nadie ande metiéndote prisas. A continuación me preparé el desayuno y me fui con él al salón para tomármelo, mientras disfrutaba de un concierto de música clásica que ofrecía uno de los canales italianos del televisor de Antica Trastevere. Poco después se despertaron mis dos amores, ya era hora, pues teníamos mucho por ver en la Città Eterna.
Nuestro segundo día nos llevó, a través del Lungotevere Rafaello Sanzio, camino de la Piazza San Pietro, para vivir en directo la bendición Urbi et Orbi. ¿Quién, estando en Roma un 25 de diciembre, se resistía a no asistir en directo a tal evento?, el morbo que nos producía era mayúsculo.
La mañana se despertó con un cielo gris muy húmedo que amenazaba lluvia, pero finalmente la lluvia no hizo acto de presencia y el paseo junto al río fue absolutamente delicioso, un paseo que nos ofrecía una postal tras otra, verdaderamente fastuoso. Los puentes sobre el Tevere que vas dejando a tu derecha, según te diriges a San Pietro, son muy bellos, particularmente el Ponte di Amadeo Savoia y el Ponte Vittorio Emanuele II, por este último llegamos hasta la Via della Conciliazione que desemboca en San Pietro. Si bien es verdad que había bastante público para recibir las bendiciones de Benedicto XVI, suponíamos que íbamos a encontrarnos un gentío más nutrido. La presencia de distintos estamentos eclesiásticos sí era profusa y diversa, lógicamente. Numerosas pantallas gigantes de televisión acercaban al público el gélido e impertérrito rostro del pontífice, un público que agradecía con vítores y palmas las palabras pronunciadas en sus correspondientes idiomas. Por lo demás la ceremonia me resultó fría y desangelada. Pero merecía, y mucho, la pena estar allí, ante la mayestática arquitectura que nos rodeaba; de frente la Basílica con su impresionante cúpula y abrazándonos la logia con sus colosales columnas. La Cúpula de Miguel Ángel domina la ciudad y antiguamente era visible a decenas de kilómetros, reposa sobre un tambor en donde se han abierto ventanas rematadas por frontones, alternativamente cimbrados y triangulares, y separadas por columnas geminadas. Sus dimensiones son tales que varias personas pueden estar cómodamente en la bola que remata la linterna. Así ubicado consideré que la antigua Roma permanecía viva. Por un momento me figuré ciudadano romano escuchando un tanto distraído las palabras que el emperador voceaba desde la balconada imperial. Si te lo propones no es difícil de imaginar, el perfil arquitectónico imita con suma belleza el arte de la antigua Roma, la figura de los Papas viene a ser directa predecesora de los emperadores romanos, los cuales tenían entre sus atributos el título de Sumo Pontífice, la parafernalia también viene a representar las magnas ceremonias romanas; la guardia suiza junto a otros batallones uniformados custodiando al emperador-papa, los cardenales y demás jerarcas que acompañan al Santo Padre en el balcón, todo me obliga a definir al Cristianismo, esperando que nadie se moleste por ello, y si es así pido perdón, como una religión marcadamente pagana, fiel sucesora un tanto maquillada de las creencias de la antigua Roma, extremadamente alejada, sobre todo en sus más elevados estamentos, del mensaje y el modus vivendi de Jesús.
Tras la ceremonia hubo un desfile, de lo más interesante, curioso y variopinto, de sacerdotes, monjas y demás categorías eclesiásticas, sus caras estaban pletóricas de felicidad tras haber visto y recibido la bendición del Pontífice, algunos/as de ellos/as se hacían fotos, a modo de equipos de fútbol, para recordar el evento. Aquí os dejo colgada una foto en la que podéis ver un ejemplo de lo que os digo. Pobrecillas, tan jóvenes y cándidas, ¡cuán temprano recibieron la llamada!, sin tiempo siquiera para saber algo más de la vida real. Siento pena por ellas, lo confieso. Acabado el improvisado y saleroso desfile nos fuimos a hacer cola bajo la logia derecha para acceder a la Basílica. La cola tampoco era excesivamente larga, con lo cual en pocos minutos estuvimos dentro de la Basílica medular del Cristianismo.
Pese a que la basílica de San Pedro es la más grande de la cristiandad, su gigantismo no se percibe a primera vista, debido a sus proporciones equilibradas y al tamaño monumental de todas las obras que allí se conservan. Inmensas son las estatuas de los principales fundadores de las órdenes monásticas que campean en sus hornacinas en las alturas, todo a lo largo de la nave principal. Dejadas a la iniciativa de cada orden, fueron colocadas a medida que iban siendo terminadas; por eso las más antiguas están cerca del coro. Pero entre todo el conjunto escultórico yo destacaría la Pietà de Miguel Ángel sin lugar a dudas, al menos para mí gusto. El cardenal Jean Bilhère de Lagraulas encargó este grupo a Miguel Ángel en 1498, durante la primera estancia del artista en Roma. El contrato estipulaba que debía ser “la más hermosa obra en mármol existente en Roma en aquellos días”. Se dice que Miguel Ángel, irritado al oír que se atribuía la estatua a un tercero, fue una noche a grabar su nombre en el manto de la Virgen; en cualquier caso es la única estatua que firmó. Los signos de la Pasión, como los estigmas en el cuerpo de Jesús, están reducidos a su más simple expresión, y la Virgen parece tan joven como su hijo. El escultor se esforzó por alcanzar la belleza ideal.

Continuará…, os invito a que visitéis el blog, en él tenéis más relatos e información sobre Italia: http://rafaelarauz.blogspot.com/
Ci vediamo!


1 comentario:

Inak78 dijo...

Eyyyyy!!! Que arte, que elegancia, que estilo de redacción...mamma mia!! Que bien vien aprovechasteis el viaje!!. Me alegro que os haya gustado. Ya hablamos ok? Ci sentiamo!!!.