sábado, 31 de enero de 2009

ROMA IN NATALE 2008


Miércoles 24 de diciembre

1ª día en Roma

Nuestra jornada comenzó muy temprano, poco antes de las tres y media de la madrugada, para meter en las maletas los últimos útiles de viaje, desayunar un poco y partir hacia el aeropuerto de Sevilla. El avión con destino Roma tenía previsto alzar el vuelo a las 6 y media de la mañana, con lo cual esa noche apenas dormimos. Al final nos fuimos de casa poco después de las 4 de la mañana. A esas horas de la madrugada no nos cruzamos con ningún coche en la carretera, se puede decir que hasta llegar al Puente del Quinto Centenario fuimos solos por la autopista, toda una gozada. Y con tan magnífico estado del tráfico llegamos a la terminal sevillana poco después de las cinco. Ideal para aparcar tranquilamente, facturar el equipaje, hacer un pis y esperar plácidamente el momento del embarque.

Del vuelo no nos dimos ni cuenta, teníamos tanto sueño que estuvimos durmiendo prácticamente las dos horas y media de trayecto, con lo cual del avión ni fu ni fa.

Serían las nueve y cuarto cuando llegamos a Fuimicino. Recogimos las maletas y nos fuimos para el hall de bienvenida, donde pocos minutos después llegó Marco, del servicio de transfer que previamente habíamos alquilado por Internet. Cómodamente sentados, con las maletas a buen resguardo en el amplio maletero del monovolumen, ¡qué gozada!, recomiendo vivamente alquilar este servicio (http://www.enroma.com/), Marco nos dejó justo delante de la puerta de la finca donde se encontraba el apartamento que teníamos reservado desde el mes de octubre: Antica Trastevere (http://www.anticatrastevere.it/) Via San Crisogono, 31 en el populoso barrio de Trastevere. Allí ya nos estaba esperando Piero Corradini, el dueño del apartamento, quien además vive en el apartamento contiguo, para recibirnos muy amablemente, tanto que nos dio la bienvenida con un riquísimo panetone de Verona, una botella de delicioso vino de Montepulciano y una tableta de turrón al estilo italiano, también para chuparse los dedos. Piero nos dio las pertinentes explicaciones sobre el funcionamiento de los distintos servicios y comodidades del piso y nada más despedirnos, a pesar del sueño y del cansancio, nos lavamos la cara, comimos algo para reponer fuerzas y nos fuimos a conocer Roma. Estábamos al corriente por Iñaki de que la noche cae bien temprano en invierno sobre la Cittá Eterna, con lo cual no queríamos desperdiciar ni un minuto de nuestras vacaciones romanas.

Nuestra primera parada fue la Oficina de Turismo que se encontraba a unos pasos del apartamento. De la misma nos marchamos con un buen plano de Roma y con el mismo nos encaminamos hacia el Ponte Garibaldi, muy cerca de Antica Trastevere. No será fácil de olvidar aquella primera vista de Roma desde el Ponte Garibaldi y las grisáceas y caudalosas aguas del Tevere, aún muy poderoso tras la riada sufrida días atrás. Aún eran bien visibles los efectos de las inundaciones; inmensos troncos de árboles varados junto a los pilares del puente, restos de embarcaciones hechos añicos, toneladas de barro y fango en el paseo de la ribera tiberina más una fuerte y peligrosa corriente. Era impresionante la estampa, con el vigoroso Tevere bravo y amenazador viniendo a realzar, aún más, la bella panorámica.

Cruzamos el Ponte Garibaldi hasta llegar a Via Arenula, vía eminentemente comercial que desemboca en el Largo di Torre Argentina. En nuestro caso, este primer día, decidimos desviarnos un poco antes, en la Piazza Cairoli, una plaza que podría ser mucho más bonita si la municipalidad y los romanos supieran cuidarla un poco mejor. El centro de la plaza está dominado por una bonita iglesia barroca que da paso a la animadísima Via dei Capellari. En un comercio justo enfrente de la chiesa Pili se compró un bonito gorro de lana, que sería, desde ese momento, su fiel acompañante durante toda la semana. No está bien que lo diga, pero siempre que me acuerde es mi intención incluir el mayor número de detalles; el bonito gorro de lana costó diez euros, un precio más que razonable tratándose del centro de Roma. A pocos pasos de este comercio, en uno de los callejones a la derecha de la Via dei Capellari en dirección a Campo dei Fiori, encontramos uno de nuestros sitios preferidos cuando viajamos a Italia; un forno, (Forno Roscioli), una delicia de local, donde se puede comprar pizza a taglio, para tomarla allí mismo, y otras muchas ricas vituallas preparadas en horno de leña.
Regresamos a la Via dei Capellari para llegar a Campo dei Fiori, hermosa y populosa plaza esta, corazón de la más genuina Roma, con su mercado ambulante, sus kioscos de flores, sus animadas terrazas y el forno Carbonara al fondo, frente a la estatua del filósofo Giordano Bruno. La plaza debe su nombre a los prados floridos que la cubrían antes de las obras del siglo XV. Enseguida fue ocupada por albergues, librerías y un mercado colorista que todavía se instala diariamente, excepto los domingos. También servía para las ejecuciones capitales; allí la inquisición quemó por hereje al filósofo Giordano Bruno, el 17 de febrero de 1600. Tomando la dirección de la Piazza della Cancelleria, donde debemos de admirar el Palacio del mismo nombre, llegaremos en pocos minutos hasta la famosísima Piazza Navona.
Con motivo de las fiestas navideñas se daba cita en la bellísima plaza un mercado de productos navideños, así como una especie de feria destinada al público infantil. Pero lo mejor de Navona, sin lugar a dudas, además de su bello entorno arquitectónico, son sus célebres fuentes. Navona es el reflejo de los grandes genios del barroco; Bernini y Borromini. Las tres fuentes, alimentadas por el agua del Acqua Virgo, constituyen el mayor adorno de la plaza. La más notable, la Fontana degli quattro fiumi, es una de las más altas expresiones del arte de Bernini.
Como no podía ser de otra manera, en el mercadillo navideño le compramos a Alejandro, ¿quién se negaba? la famosa bruja Befana, versión italiana de los Reyes Magos de Oriente. ¿Quién sabe ya dónde estará la brujita?
Tomando por la Via di Salvatore hacia la Piazza S. Luigi dei Francesi se llega hasta la Piazza della Rotonda, donde se encuentra el famoso Pantheon. En los alrededores de Navona no debemos dejar de visitar las bellísimas iglesias que la circundan: por supuesto la Iglesia de Sant’Agnese in Agone, sita en la Piazza Navona, Santa Maria della Pace, San Agostino, la Chiesa Nuova, Sant’Apollinare, de todas ellas dimos buena cuenta y bien que disfrutamos del reputado caudal de arte que atesoran. No podemos perder de vista tampoco la torrecilla de la torre dell’Orollogio de Borromini en la bella Via dei Coronari.
¿Cómo describir con palabras, y que todas sean lo más exactas posibles, la belleza de la Piazza della Rotonda y del Pantheon de Agripa?, es harto difícil hacerlo, pues es necesario estar allí, vivirlo, sentir plenamente la gozosa sensación de situarse junto a la hermosa fuente de Giacomo della Porta y junto a ella dejarse llevar por la imaginación a la que nos transporta el impresionante Templo de Agripa. Todo en esta plaza es seductor; sus luces, sus terrazas, la gente que colma cada rincón de este incomparable lugar. En una amplia cafetería en una de las esquinas de la plaza tomamos el primer deccaffeinato lungo romano y Alejandro il primo bichiere di latte con cannuccia. Tocaba ya regresar y lo hicimos por la Via di Torre Argentina, pero antes, en el Largo di Torre Argentina entramos en un DESPAR, un supermercado que abunda por Italia, donde compramos varios artículos para regalar y otros para degustar durante y después de nuestras vacaciones. En el supermercado conversamos con una familia venezolana residente en Roma, tras lo cual decidimos, aún nos resistíamos a regresar, a pesar del sueño y el cansancio, visitar otra de las más afamadas iglesias de Roma, una más entre las más de 300 que tiene la Cittá Eterna, la Chiesa del Gesù, con fachada y cúpula de Giacomo della Porta. En la segunda mitad del siglo XVII, el nuevo general de los jesuitas, el padre Oliva, deseaba que el Gesù reflejara el triunfo de la iglesia católica y de la orden. Para ello recurrió a los pintores más famosos de Roma. Ejemplos de la austeridad y voto de pobreza de la Santa Iglesia Apostólica Romana.
Caminito de Antica Trastevere intentamos apreciar, hasta donde nos permitía la escasa luz artificial, parte del Area Sacra Argentina. Este conjunto, situado más debajo de la calle, consta de cuatro templos de la época republicana que, faltos de identificación fidedigna, se designan por las primeras letras del alfabeto. Lo que sí queda muy identificable es que hoy son privilegiado refugio para los numerosos Gatti di Roma.
En el apartamento nos pegamos un homenaje, sobre todo en el colofón de la cena, cuando disfrutamos del delicioso panetone veronés que nos había obsequiado Piero. Y de ahí a la cama, pues era profuso el cansancio acumulado.
El tiempo en nuestro primer día en Roma no pudo ser mejor; soleado y algo frío, pero sumamente agradable.
¡Ci vediamo!

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