martes, 7 de abril de 2015

Semana de pasión... floral.

Semana de pasión… floral.


Venus y sus ombligos acuden en tropel al toque de campanas de Sol. A esa hora casi toda la plaza se halla tomada por los líquenes, que chismorrean, mientras desmenuzan bichillos, sobre un alfombrado asfalto de mullido musgo. Principian el cortejo unas estilizadas campánulas blancas. En las lagunas aledañas no cabe una flor. Es tal la expectación que algunas no dudan en mostrar su cara menos amable. Otras, por el contrario, de talante más hospitalario, consienten a los pequeños, aupados sobre sus hombros. Las más avezadas se arraciman en los muros y resquicios del camino. El desfile, desbordado, inunda la plaza mayor, provocando la huida, hacia la sombra, de las florecillas más tímidas. Algunas en cambio abren sus brazos ante la llegada del dios Sol. En la confusión del momento una avispa sacia su sed y otros suplican tisana de manzanilla para aplacar la indigestión. Por allá suena, ya llega la banda de jilgueros y batracios. Una lluvia de pétalos tapiza la carrera oficial. Del palio de la tarde cuelgan las más hermosas cresterías. Terminado el cortejo la plaza ofrece este delicioso aspecto. Bendita seas, archiquerida estación floral. 







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