Con el viento del norte en las
manos nos fuimos a pasear buscando la mar y al llegar al Paseo la mar,
traviesa, quiso jugar al escondite con nosotros. Oteamos el aire que reposaba
en la quietud del horizonte, buscando encontrar su faz por alguna parte, pero
no hubo manera. Algún hermoso regato, con sueños de río, que había quedado
olvidado antes de correr a esconderse y desayunaba a esa hora con las barquitas
que aún dormitaban sin pescador y sin peces. Y nosotros, adictos al sol, ebrios
de luz, fantaseamos llegar hasta Cádiz recorriendo estas praderas de fango y
sal.
Crítica i confrontació
Hace 3 años
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