Una tropilla de querubines…
Una
tropilla de querubines
ha
velado la alborada
de
punta a punta del cielo
con
un fino dosel de seda
que
no es de seda cualquiera,
por
telas confeccionado
de
púrpura, ámbar y nácar,
inundándolo
todo
de
una luz tenue y fresca.
Sol,
regio él,
lo
irá descorriendo
con
salmodias de calor
y
entre acto y función
Vida
nos seguirá ofreciendo
los
más surtidos presentes
henchidos
de selecto primor.
(c) Rafael Arauz González. 2013
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