jueves, 4 de abril de 2013

Paseos por la Serranía de Ronda y Sierra de Grazalema. Primera parte



La lluvia se resbala, desvergonzada, indeleble, como desde que comenzara Marzo. La lluvia nos acompaña, impasible, resistente, provocando otros chaparrones que se precipitan, aturdidos, de tus ojos. De tus ojos brotan la alegría, volcada en avidez nerviosa, y las lágrimas que gritan para que todo siga.
Una pausa, tres micciones, un surtidor de gasolina, dos enojos y un aviso de acudir a otra propuesta cansina, que finalmente se termina convirtiendo en la espuela certera para retomar el camino. Y al camino se retorna con docenas de kilómetros añadidos y una hora de retraso. Pero el camino es hermoso por esta lluvia dichosa. Por esta lluvia dichosa vamos circulando, pues no hay camino de asfalto sino camino acuoso. Pero el camino es hermoso, ya te digo y repito aunque pueda pecar de tedioso. Son bellísimas estas colinas que ven mis ojos, infinitas tonalidades de verdes sobre un paisaje brumoso. Y cercados por tanta agua, por arriba, por abajo, en la alfombra del vehículo y por donde quieras mencionarlo, también de agua se llenó mi vejiga, convirtiéndose en suceso cuando menos aparatoso. Pero el saco urinario fue comprensivo y cortés, esperando pacientemente hasta llegar a nuestro lugar de reposo. Casa Las Dunas en el Complejo Cueva del Gato asentado en el término municipal de Benaoján Serranía de Ronda provincia de Málaga, cuántos datos sin apenas respirar, descansa muchacho descansa, pero ve a miccionar, aprisa, que en los pantalones, y vienes muy guapo, te vas a mear. Siendo así, sin manchar, quiso la casita del gato, retomamos, ser nuestro lugar de asueto en estos días de gozoso vacacionar. A mi derecha, ahora mismito, según miro tras el cristal, advierto como una linda mariposa de níveo atavío sobre el follaje de mi jardín se ha venido a posar. Otra pausa, no para observar ni tampoco para relatar, que no todo va a ser contar y contar, pero esta en mi casa, ahora, que de tanto y tanto nombrar otra vez me vinieron las ganas de orinar. One moment please! All right? Ohhhh, qué alivio! ¡Oye, te faltó un signo de exclamación! Excuse me! ¡Ohhhh, qué alivio! Ya te vale.
Y en este tomar y retomar continuamos hasta llegar a Benaoján. Por la calzada curvas y más curvas pero los precipicios quedaron atrás, esquivados, sorteados, gracias a las expertas recomendaciones de unos buenos amigos. Además de lo ya dicho, me siento turbado, emocionado, aunque no lo aparente, por las montañas que nos envuelven. Es un delirio de naturaleza plena el que me detiene. Me emplazan esas nubes que las cimas ciñen y yo marcho a observarlas, fiel y obediente. Atenta a nuestras miradas la cueva que da nombre al lugar que nos cobijará. Y a sus pies una vía férrea con un encanto singular.
Va siendo hora de yantar y hacia el pueblo nos encaminamos para ver qué podemos hallar. Internet y los amigos nos asesoran y por ello nuestros pasos caminan por senderos cómodos de transitar. A pocos kilómetros la Estación Montejaque-Benaoján, o viceversa según la quieras llamar, coqueta como pocas van quedando en esta marabunta de diseños prefabricados. Dadivosos menús a precios módicos ¿Es filete de pollo o es de mamut rescatado? Tres cuartas partes y mitad del filete para el padre que el niño está gracioso. Y el padre, que a su vez le ha llegado media ganadería vacuna al plato, acaba engollipado. Es lo que tienen estos lugares, que te ven con cara de hambre y piensan; dale, dale, échale, come hasta empacharte hombre. Y el hombre necesita respirar para seguir adelante. Y el hombre necesita caminar para que el asunto fluya. Y para que el asunto fluya los viajantes se dirigen a un hito que indica el comienzo de un sendero por el que el agua fluye, que lo uno traerá lo otro. Y el sendero también viene a llamarse de la Cueva del Gato, curioso esto del gato, las correrías que no organizaría por estos parajes.
Y el río Guadiaro, al poco de nacer, se hizo mayor y bravo. Aguerridos saltos y cascadas de aguas de opacidad sospechosa acompañan nuestros pasos. Por su perfil tortuoso una riada de árboles de porte garboso. Algunos verdecidos otros de brotar tardío. A tu lado serpenteamos por esta vereda que nos invita a conversar sobre poetas amados. Unos corredores caminantes nos saludan, yo quisiera ir con ellos, esperadme, no conozco estos caminos. Jadean las nubes, extenuadas, tal es la cantidad de agua que acopian, y a holgar se van sobre las altas cumbres. Yo también quisiera ir con ellas, pues de motu proprio hasta allá no treparía. Hasta allá no treparía pero hasta allá me llevan mis ensueños locos. Gavilán una vez más para sobrevolar estas tierras rebosantes de beldad. De verdad te lo digo, puedo parecer exagerado, pero mi Andalucía paisano es paraíso cercano.
Acusan las encinas elevada densidad de población. El musgo y sus variados acólitos las han elegido para acampar. El caserío allá al fondo tras una bajada espectacular. Y ante nosotros un simulacro de baluarte con el que podríamos presumir de haber viajado a otro lugar. Pero no es otro lugar, no, que se llama Andalucía, como ya dije, y aquí hay cabida para estas singularidades y muchas más. Inmediata a un desahuciado cortijo una familia de álamos sobre el río se quiere desplomar. En la orilla opuesta la tupida encina los quiso imitar. No tengo caramelos para vosotros, responde el río, los reyes magos quedaron atrás. ¿No quedamos en que eran andaluces? sí, pero al próximo año habréis de esperar. Cómo florecen las encinas, experto naturalista, mi hijo me lo vino a explicar. Otra encina de tronco crespo ante nuestras asombradas miradas parece danzar. En modo flor y zoom cercano retrato un liquen de vello erguido y al comprobar el resultado dudo si he retratado otro entorno, otro lugar. Mas no es otro lugar ¡qué pesado! es Andalucía, paisano, paraíso cercano. Junto al ya cercano repecho han esparcido florecillas lilas entre los helechos. A continuación otra bajada y la serranía, que es tímida, se escabulle entre las brumas. Una roca megalítica en el anfiteatro de un barranco se presenta a modo de asiento, ¡yo ahí no me siento! Dorado se torna a su lado el cañaveral. Y ahora el muchacho se quiere llevar una caña para pescar. Una cancela roja, un candado, una escalera cegada por musgos y líquenes, una casa embrujada, ¿porqué no? todo parece indicarlo. Indícame cómo superar este arroyo que la escorrentía ha formado. No te apures, dame la mano, mi perra saltarina te lo indicará. Un, dos, tres, allá vamos. Un metro y medio, poco más, pero con el zoom cercano un gran salto de agua te parecerá. Paseas bien linda, tu melena mimada por la brisa, con tus botas de agua y tu lindo paraguas, tanto que una damisela romántica podrías aparentar. Retrocedamos, la bruma se ha levantado y el averno en nubes se quiso transformar. Forman oscuros remolinos estas aguas, ¡no te acerques al barranco!, ¡yo quiero mirar!, ¡que no te acerques te digo! Fluyen feroces, ¡déjalas! ya fluyeron mis reflujos tras el copioso yantar.

Un impacto de flores
atraviesa mi alma.
Un salpicón de olores
para ti mi amada.

Vienen ríos, manantiales,
de agua Ronda cuajada,
alfaida, baños árabes,
Ronda altiva encalada.

Lleguen cuestas y puentes,
Ronda ciudad soñada.
Se yergue en oropeles
la Ronda engalanada.

Atajo de escalones,
la mora se bañaba.
Riscos, lomas, cañones,
la cascada preñada.

Busqué ricos pasteles
y en Ronda no encontré.
Ronda de miradores,
Grazalema, los hallé,
orondos, crema y placer.

Masita de chorizo, Bodega San Francisco,
Ruedo Alameda, palmeras, Puerta de Almocábar,
buscando voy el Minarete de San Sebastián.
Cerrado, fastidio, el Convento de Santa Isabel,
hacia el norte, vigía, Puente árabe o de San Miguel,
Armiñán, truena, calle Carmen, al fin te encontré,
ajimez, alminar, alamud, de San Sebastián,
sigiloso, un gato, como si no fuera con él,
a Chefchaouen, estás loco, bufa, me quiere llevar,
alucinación, golpe, pesadilla, desperté.

Alminar, bello escondido,
por el tiempo sumergido
en la historia del olvido.





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