miércoles, 24 de abril de 2013

Casimiro, otorrino y amigo.


Casimiro, otorrino y amigo

Casimiro,
otorrino y amigo,
yo quisiera
tener los arrojos
necesarios
para irme contigo.

En honor a ti,
otorrino y amigo,
yo me haré beduino.

Indagaste la hosca caverna
de mi tímpano
y hallaste la guarida
del caracol,
y el eco te respondió,
pero al poco se apagó
y rastrero regresó
a la gruta del silencio.

Inquiriste los sigilos
de mi equilibrio,
obstinado, con denuedo,
para hallar el camino
más suave, más recto.   

Y con igual tenacidad
determinaste
que no había otro camino;
el implante coclear.
Y por ello apostaste
y contigo,
otorrino y amigo,
indeciso, eché a andar.

Casimiro,
otorrino y amigo,
aquí estoy
para darte este abrazo,
ya ves hoy,
de resulta de tu esfuerzo,
aquí estoy, ¡gracias! te oigo.

Te oigo, te aprecio, te leo,
leo de ti y de tus arrestos
para salvar a otros,
entre arenas y vientos,  
relegados por todos.  


Te oigo, te aprecio, te digo
que bien mereces
no sólo este
humilde agradecimiento,
que bien mereces
los más afables elogios.

Pero que sean los elogios
transparentes, sinceros,
que las aves de rapiña
sólo buscan la carnaza
para verse dadivosos.

Que vengan los elogios
de estos que como nosotros
hallamos en ti la esperanza,
la amistad, la franqueza
y esa forma tan particular
de hacer y decir las cosas.

Desde Puerto Real
a la calle Palacios
vaya para ti este abrazo.

© Rafael Arauz González. 2013











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