Y Sevilla me recibió con una
lluvia mansa y fría, un barrio llamado el Cerezo y unas ganitas locas por
orinar. Y que mal se pasa conduciendo y orinándote a la vez. Las manos helás de
frío, los semáforos que se empeñan en ponerse toítos rojos, los cristales del
coche que se van empañando, según rebaso semáforos menos y menos voy distinguiendo
a través de ellos, mecachis, y encima dale a los pedales, controla el tráfico,
por dónde has de girar, que no esté prohibido hacerlo, y lo mejor de todo;
aparcar, odisea en Hispalis 2012. Y en esa odisea, como en las sevillanas que
cantaba Chiquetete, fui a parar a la misma plaza, casi a la misma hora, no en
el mismo sitio, pero sí más barato, en el que aparcáramos la primera vez que
tuvimos que acudir al hospital. Y loquito por orinar recalé, recalamos, en el
mismo bar donde también desayunamos aquella mañana de la primavera del 2011.
¡Ay omaita! ¡Qué gustito pa mi vejiga y qué sensación de vacío y bienestar
queda después! ¿O no?
Aliviado y desayunado tomé el
camino del hospital, donde me esperaba una nueva cita con mi amiga Marina, la
logopeda, que vino a confirmar las mejores noticias posibles, tras las cuales
regresé a Sevilla, para reencontrarme con mi compañera y esposa, para celebrar
su cumpleaños y así juntos paladear, deleitarnos, una vez más, con este rincón
del paraíso que tan gozosos momentos nos regala. Hispalis, igual y más hermosa
que siempre. Hispalis divina, donde me siento un gorrioncillo aleteando feliz
por sus calles, por sus plazas colmaditas de naranjas amargas, algunas se
precipitan al suelo para servir de juego a los chiquillos que las estampan
contra lo primero que se encuentran a su paso, para disgusto de sus padres y
mejor provecho de lavadoras. Hispalis, coloreada de otoño y miel, con pestiños
y vinos dorados del Aljarafe que endulzan gargantas y te hacen reír a la vez.
Hispalis cautivadora, me devolviste la ilusión y el placer de oír y nunca sabré
cómo agradecértelo. Hispalis ensoñadora. De la Magdalena a Triana, un amable
camarero nos invita a un par de chupitos y como regalo de cumpleaños postre y
fotos para acompañarlos. Y de Sevilla a Jerez, tomando por el barrio de San
Miguel, donde nos topamos, por sorpresa, con una zambobá de moja pan y toma, que
vino a darle la bienvenida, como pocos lo saben hacer, a la Navidad.
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