domingo, 10 de octubre de 2010

BÉLGICA VERANO 2010


LUNES 16 DE AGOSTO DE 2010

La mañana volvió a desperezarse plomiza, y no tardó mucho en comenzar a llover. Hoy decidimos movernos por los alrededores de Bruselas, siendo nuestro primer destino Grimbergen, famosa por la elaboración de una de las cervezas más antiguas del mundo, viene elaborándose desde el siglo XV y lleva por nombre el de la localidad que la vio nacer.
Grimbergen queda un poco apartada de las grandes rutas turísticas de los Países Bajos, afortunadamente, pues esto le sigue confiriendo el encanto de esos lugares que aún no han sido adulterados por el paso del turismo de masas. Es una localidad que no necesita tener abiertos sus comercios a cualquier hora del día. Si hay que cerrar a las 12:30 del mediodía, como se acostumbra a cerrar por aquí antes de la comida, pues se cierra y punto. Y si hay algún viajero o turista por sus calles se tendrá que esperar a las dos y media o tres de la tarde, cuando da comienzo el horario tras la sobremesa, y si no le gusta pues con la música a otra parte. Y está bien que así sea, ¿por qué ha de condicionar el turismo la vida y costumbre de los lugareños como pasa en tantos otros lugares que han hecho del turismo su modus vivendi esencial?
Grimbergen, la perla de Brabante, apacible, encantadora, una bonita plaza, una majestuosa iglesia gótica, tabernas con sabor a viejo, repletas de paisanos tomando una buena jarra de cerveza o departiendo animadamente, un entrañable olor a chimenea por sus calles empapadas por la pertinaz lluvia, el carillón que emite su dúctil musiquilla mientras un perro ladra en la plaza, banderolas en las fachadas, armonioso casco histórico, perfecta sintonía entre su rústico urbanismo y la frondosa naturaleza que lo envuelve. La Plaza, la iglesia, la oficina de turismo a pocos pasos y tras ella, siguiendo por esa misma acera, hasta llegar a uno más de esos muchos maravillosos parques o florestas con los que cuentan casi todas las ciudades de Bélgica. Grimbergen, el parque y sus árboles ciclópeos, el sotobosque casi impenetrable, la fría humedad en el ambiente, los sempiternos carriles bici y el chaparrón. ¡Vaya chaparrón que nos cayó cuando estábamos paseando por el parque! Por suerte la espesura de la floresta nos protegió lo suficiente para que no acabásemos absolutamente empapados.

Y de Grimbergen, conduciendo por deliciosas carreteras comarcales, nos fuimos a visitar un lugar altamente recomendable para los amantes de los jardines y las plantas; el Jardín Botánico Nacional de Bélgica, sito en la localidad de Meise, en el Dominio Bouchout, en la Región de Bruselas. Si vais con niños no dejéis de visitar su Palais des Plantes, el inmenso invernadero que da cobijo a las plantas más exóticas. El jardín botánico contiene unas 18.000 especies de plantas, un 6% de todas las especies de plantas conocidas del mundo. La mitad de ellas se encuentran en invernaderos y la otra mitad, incluidas las plantas cultivadas y las endémicas, las podréis admirar paseándoos por este encantador y amplísimo recinto, que cuenta con una superficie de 92 hectáreas. Sus jardines de ensueño se agrupan alrededor del lago y del Castillo del Dominio de Bouchout. Ahora, eso sí, tened muy presente que por aquí los horarios no tienen nada que ver con los que estamos acostumbrados a encontrarnos por España, a las 17:30, en verano, se cierra la taquilla y una hora más tarde cierra sus puertas el Parque.
Ávidos por seguir descubriendo más rincones de Bélgica, a las 18:30 tomamos dirección Aalst, ciudad que se encuentra a 22 kms. de Bruselas. Cuando llegamos, media hora después, nos encontramos con una ciudad casi desierta. Apenas si se veía un alma en la calle, aunque bien es verdad que la tarde tampoco invitaba a pasear. De ella tendría que destacar, si bien hubimos de conformarnos con la visita a pie de calle; el Grote Markt o Plaza Mayor, su Catedral, así como el campanario del Ayuntamiento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, es uno de los más antiguos de Flandes, con un carillón de 52 campanas. Sin duda alguna el edificio del Ayuntamiento ofrece una de las estampas más bonitas de Flandes, aunque la lluvia y la tristeza que se percibía en sus calles empañaban su belleza. Y poco más os podría contar, la lluvia se empeñaba en acompañarnos allá por donde nos moviéramos y ya se estaba poniendo un poquito pesada, así es que decidimos ser descorteses con ella tirando derechito derechito para el apartamento.

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