lunes, 4 de marzo de 2013

El sueño de Valentín


Ni soy crítico de cine ni lo pretendo y quiero. Tampoco soy decorador de palabras, pues tal vez ni regular sepa enlazarlas unas a otras, pero sí me emociono con facilidad y de ello me enorgullezco. Y ayer, domingo por la noche, pude gozar de uno más de esos dichosos momentos en los que la emoción se desboca para expandirse en libertad por cada uno de mis poros. Y la espuela que la desbocó fue una lindísima película coproducida en Argentina, una vez más regreso a esa tierra, que sin conocerla, ya me gustaría, tanto y tanto afecto despierta en mí. Y su cine, entre otras perlas que de allá emergen, es algo que, habitualmente, me agrada o me fascina, según temáticas, según actores. Y ayer descubrí uno más, este muy joven, Rodrigo Noya, pura dulzura, que me llegó al alma, que me tocó la fibra más sensitiva hasta hacerme llorar, llorar de alegría, de ternura, al término del largometraje. No es empalagoso, no penséis esto por expresarme así. El argumento, las escenas, los diálogos, están henchidos de humanidad, rebosante, inocencia bella y delicada, emocionante, optimismo a raudales y amor a la Vida, por vivir, por salir adelante. La interpretación de este actor, Rodrigo Noya, es exultante por su belleza interpretativa, por su simpatía, por la cadencia en su forma de expresarse, que tanto y tanto me place. Constituyendo, además, una excelente pareja con Carmen Maura, que interpreta el papel de abuela del chico. Y como no hay dos sin tres, mención notable también para la interpretación de Mex Urtizberea, otro gozoso descubrimiento, este en el papel de Rufo, absolutamente encantador. Ambos tres conducen la película magistralmente, hasta conseguir lo que ella pretende, hacerte gozar, pasar un rato delicioso, vibrar de emoción, enamorarte de sus personajes, de su historia, tan sencilla y cierta como la vida misma, y por todo ello y más ambos tres merecen un clamoroso sobresaliente. Sin grandes alharacas, sin comentarios o escenas procaces o incitadoras del morbo, sin costosos presupuestos, cine puro y duro, de verdad, humano y sincero para crear un hilo conductor entre la historia y los espectadores. Me estoy refiriendo al hermosísimo Sueño de Valentín. Absolutamente recomendable.



No hay comentarios: